El hecho de no saber pensar de forma creativa y espontánea puede hacernos más vulnerables al estrés o la ansiedad, por no ser capaces de gestionar nuestros problemas ni nuestras emociones
No, no lo decimos nosotros. La llamativa y polémica afirmación de que “el 90% de la población no sabe pensar“ viene de boca del famoso filósofo y doctor de universidad Robert Swartz, quien a su vez dirige el National Center For Teaching Thinking de Massachusetts (Estados Unidos) y con sedes en varios países.
A la hora de hacer frente a muchos de nuestros problemas cotidianos las personas tendemos a focalizar una única opción.
Por lo general, estamos poco habituados a estar a solas con nuestros pensamientos, no meditamos demasiado, ni hacemos uso de la creatividad a la hora de resolver problemas.
Obviamente no podemos generalizar, pero este llamativo dato, lejos de escandalizarnos, más bien debería invitarnos a reflexionar. Aspectos como mantener una mente abierta, el ser más flexibles e incluso intuitivos nos obligan a su vez a romper esas cadenas que, en ocasiones, hacen que no queramos salir de nuestra zona de confort.
Hablemos hoy sobre esta interesante cuestión. ¿Es verdad que muchos de nosotros no sabemos pensar?
1. El problema de la educación
A día de hoy cada país e incluso cada comunidad tiene su propio proyecto educativo. No obstante, son muchos los especialistas en psicopedagogía que nos avisan de que algo está pasando en la enseñanza de nuestros niños:
- Se prioriza una enseñanza memorística.
- Los niños trabajan con los libros y escuchan al profesor, es decir, la mayor parte del tiempo son “agentes pasivos” de su propio aprendizaje. No tienen autonomía y, en muchas ocasiones, se aburren.
- No se fomenta en los niños el sentido crítico: Se le trasmiten conocimientos, datos y aprendizajes sin darles opción a tener una opinión, a valorar el material y a ser más autónomos.
- Tampoco se tiene demasiado en cuenta el valor de ser creativo y de no perder nunca “ese niño interior” que se interesa de forma natural por las cosas, que las manipula, que las siente, que las trasforma…
- En muchos casos la educación tiende a formar “mentes iguales” y estudiantes con mentes idénticas, cuando en realidad cada uno somos únicos y disponemos de un maravilloso potencial que no solo le sería útil al propio niño, sino a la misma sociedad el día de mañana.
- En los centros tampoco se potencia demasiado el valor de “reflexionar”.
Hay asignaturas que pueden permitirlo, como es el caso de las matemáticas o la filosofía, que pueden ayudarnos a expandir la mente, pero también necesitamos de profesores que inciten, que animen, que sean facilitadores.
No obstante, a pesar de que contamos con maravillosos docentes, no siempre se les permite poner en práctica lo que en verdad desearían.
¿Cómo podemos aprender a pensar mejor?
Robert Swartz nos indica que, efectivamente, muchos de nosotros pensamos mal porque nos enseñaron a hacerlo así, porque, en ocasiones, tendemos a ser más racionales que espontáneos y creativos, más pasivos y menos críticos.
Todo ello hace que, en ocasiones, seamos más vulnerables a efectos como el estrés o la ansiedad porque no sabemos gestionar bien nuestros problemas o nuestras emociones.
Vemos solo “un túnel” donde no hay escapatoria, y ello es algo peligroso y poco saludable. ¿Te parece que tomemos nota de qué aspectos deberíamos desarrollar para pensar un poco mejor?
Si bien es cierto que ya somos adultos y cuesta mucho cambiar de mentalidad, es importante hacer nuevos enfoques que, sin lugar a dudas, nos van a resultar muy prácticos en el día a día. ¡Muy recomendable también si enseñas estos aspectos a tus hijos!
Es posible que tu pareja, tu jefe o incluso un familiar, te diga que algo determinado se hace de dicha forma. Nos lo dicen por nuestro bien, para que nuestra vida sea más sencilla.
1. Nunca te quedes con una sola opción
Ahora bien, ante toda información que recibas, siempre es recomendable buscar muchas más opciones y, a su vez, elegir aquella que más se ajuste a nuestras necesidades y objetivos.
- ¿Un ejemplo? Un amigo te recomienda que, para preparar ese viaje que tienes a la vista, vayas a esa agencia de viajes que “te lo organiza tan bien”. No obstante, te informas y te das cuenta de que la agencia se lleva una comisión muy alta. ¿Solución? Decides organizarlo tú misma por internet, haciendo reservas y organizando tu propio plan.
2. Aprendamos a estar solos con nuestros pensamientos
Nuestras jornadas diarias son muy intensas: trabajo, obligaciones familiares, proyectos… ¡Apenas tenemos tiempo para nada!
Es por ello por lo que, a veces, cuando surge un problema nos quedamos bloqueados sin saber que hacer. Ahora bien, si día a día nos dedicáramos a reflexionar un instante, cambiarían muchas cosas.
Nos conoceríamos un poco más, aprenderíamos a relativizar, a priorizarnos, y desarrollaríamos aptitudes nuevas como la templanza, el equilibrio y la creatividad. Es tiempo para ti y, en especial, tiempo para pensar e imaginar, con lo cual es UNA GRAN INVERSIÓN.
3. La importancia de tener una mente abierta y empática
- La vida está llena de múltiples posibilidades, de informaciones, de perspectivas, opiniones y tendencias. ¿Qué te parece si empezamos a ampliar nuestros horizontes?
- Atiende todas las opiniones que te rodean, no sanciones a nadie ni te quedes con una sola opción. Investiga, no pierdas nunca tu curiosidad natural por las cosas y, sobre todo, sé empática. Aprende a comprender a los demás, a leer en sus emociones.
- De esta forma, obtendrás un conocimiento más profundo sobre ti misma y sobre los demás. Una clave fundamental para pensar mucho mejor, para disponer de una mente más amplia y más rica.
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