No quiero tener miedo a los cambios que me traiga la vida, quiero respirar, quiero confiar y asumirlos sin resistencia para evitar el sufrimiento, porque en mi día a día quiero estrellas que me guíen por el sendero de la felicidad.
Esto es lo que todos queremos, no hay duda. Ahora bien, decir en voz alta que no tenemos miedo a los cambios no es del todo cierto, porque de algún modo, todos nosotros tememos la incertidumbre y más aún, a esas variaciones que nosotros no provocamos y que la vida nos trae por sí misma.
Si deseas que tu vida cambie no te quedes sentado, porque tu existencia nunca cambiará si tú no cambias: el engranaje que pone en marcha la magia de la existencia, está siempre dentro de ti.
Estamos seguros de que a estas alturas de tu vida ya has tenido que asumir más de un cambio. Algunos llegaron de improviso, y otros, los iniciaste tú mismo por necesidad. Y todo ello es bueno, porque si lo pensamos bien, a lo único que debemos tenerle miedo es a que llegue un momento, en que lamentemos no haber hecho un cambio determinado.
El no habernos atrevido a decir que sí a aquella propuesta, haber hecho aquel viaje, haberlo dejado todo por alguien… Todo ello aparece en ocasiones en nuestra mente como puertas que jamás nos atrevimos abrir, cerraduras para las cuales, jamás volveremos a encontrar la llave.
Los cambios son giros de sentido en el camino de nuestra vida, que a veces aparecen de improviso, y otras, surgen para ponernos a prueba.
Si vienen cambios, que sean para permitirme crecer
Esta es la verdadera actitud que deberíamos asumir: todo cambio es un momento para crecer, y dependiendo de cómo lo asumamos obtendremos algo más o menos positivo.
A menudo suele decirse que los cambios, por sí sólos no son dolorosos. El auténtico sufrimiento llega cuando mostramos una férrea resistencia al propio cambio.
Queda claro además, que a veces, los cambios son traumáticos: una pérdida, un fracaso un desengaño… No obstante, nuestra actitud y fuerza interior será nuevamente esa llave que habrá de ayudarnos a cruzar las puertas del sendero de nuestra vida con mayor dignidad y entereza, habiendo obtenido sabiduría.
Quien se resiste al cambio queda en un espacio entre dos mundos donde a un lado está el pasado y al otro, el sufrimiento.
No podemos quedarnos sumidos en el recuerdo de esa relación fracasada, o llorando durante años la muerte de un ser querido.
No podemos quedarnos sumidos en el recuerdo de esa relación fracasada, o llorando durante años la muerte de un ser querido.
Debemos avanzar, permitirnos sufrir día a día un poco menos hasta que el recuerdo sea nuestro homenaje tranquilo a quien ya no está, pero recuperando de nuevo la ilusión por seguir caminando.
La adaptación al cambio es en realidad algo inherente al ser humano. Podríamos decir que genéticamente, estamos predispuestos a cambiar para mejorar, para descubrir nuevas habilidades, nuevos contextos, nuevas competencias…
En realidad, se trata de “saber fluir”, si nos quedamos adheridos al recuerdo, al miedo o a esa línea de nuestra zona de confort, lo que conseguiremos es que tarde o temprano aparezca la frustación personal. Así pues, si vienen cambios confía en ti mismo: es una oportunidad para crecer.
Vientos de cambio impulsan mis alas
A las personas nos da miedo cualquier cosa que esté fuera de lo corriente, cualquier variación que nos aleje de nuestro centro, de nuestra cotidianidad, porque es como perder el control y dejarnos caer en el océano de lo imprevisible.
En ocasiones, pequeños cambios hacen una gran diferencia y es entonces cuando de pronto, nos crecen las alas: porque recuerda, sin cambios no hay mariposa.
Si bien es cierto que todos ansiamos disfrutar de una existencia serena donde la felicidad esté casi garantizada, nada de eso podrá ocurrir si primero no aprendemos a aceptar los cambios e incluso a promoverlos.
Porque son muchas las veces en que nos veremos obligados a “pasar página” a avanzar para cuidar de nuestra salud emocional o para mejorar nuestra vida profesional. La vida es cambio y es un eterno fluir donde aprender a “dejarnos llevar” por el afluente que nosotros creamos adecuado.
Para ello, ten en cuenta lo siguiente:
Haz frente a la resistencia emocional: comprende tus emociones y entiende que el miedo tiene como finalidad poner una cadena a tus pies, trasforma la inquietud por seguridad, convéncete de que dar el paso te traerá mejoras personales.
Cambia tus pensamientos y cambiarás tu realidad. Es así de fácil, sólo con enfocar las cosas de otro modo, las propias cosas cambian y ya has iniciado el engranaje, ya has encendido la magia.
Concéntrate en los aspectos positivos, evita caer en la balanza de lo negativo y da aliento a tus esperanzas. Si deseas que las cosas buenas lleguen a tu vida, piensa en ellas, focalízalas en tu horizonte para que sean tu guía en el día a día.
Recuerda que en la vida todo llega, todo pasa y todo cambia…
Cuando te permites lo que mereces, atraes lo que necesitas
FUENTE: VALERIA SABATER