martes, 23 de abril de 2019

¿Influye la velocidad a la que comemos en el peso?

La velocidad a la que comemos en un factor importante para tener una buena digestión y para favorecer la pérdida de peso en aquellas personas que estén buscando este objetivo.
Muchas personas que están intentando perder peso comienzan a buscar formas y métodos para reducir la cantidad de calorías. Sin embargo, en numerosas ocasiones, solamente se centran en el “qué” hay que comer y no en el “cómo” hay que comer. ¿Conoces la influencia de la velocidad a la que comemos?
Algunos estudios muestran que la velocidad a la que comemos los alimentos está relacionada con el aumento de peso. Una razón posible de estos podría ser que comer lento permite tener una mayor noción de la sensación de hambre o satisfacción.
Además, comer más despacio también parece incrementar la cantidad de agua que se toma y la expansión del estómago. Esto afecta al proceso biológico que determina cuánta comida consume una persona.

Hormonas de la saciedad


La respuesta hormonal que informa de la saciedad es una señal lenta, por lo que comer despacio ayudará a interpretarla en el momento adecuado.

Comer a una velocidad excesiva impide el correcto funcionamiento del mecanismo biológico que informa de la saciedad del organismo. Esta información la regulan una serie de hormonas, siendo la principal la colecistoquinina. Cuando comemos, se pone en marcha un mecanismo que informa al cerebro de que ya estamos “llenos”.
Al ser conscientes de esta sensación, podemos dejar de comer alimentos que no necesitamos, ya que nuestras necesidades alimentarias estarían suplidas. Sin embargo, este mecanismo necesita un tiempo para poder activarse. Así, si comemos demasiado rápido, es posible que hayamos ingerido más alimento del necesario.
Se ha demostrado que comer demasiado rápido reduce la segregación de las hormonas que indican saciedad. La colecistoquinina se segrega en el intestino delgado cuando los alimentos llegan desde el estómago y da la señal necesaria para dejar de comer.

Estudios sobre la relación entre la velocidad a la que comemos y el aumento de peso

Se han realizado varios estudios que muestran como comiendo más despacio, se podría reducir de manera significativa la cantidad de comidaque ingerimos.
Uno de estos estudios se realizó entre un pequeño grupo de participantes que incluía personas con peso normal y con obesidad o sobrepeso. A todos se les dio la opción de comer de manera relajada y en condiciones que les permitieran hacerlo lentamente. En otra ocasión, se les hizo comer con el tiempo contado.
El resultado mostró que todos los participantes consumieron menos alimento cuando comieron despacio y se sintieron con menos hambre después, en comparación con una comida rápida. Solamente la gente que tenía un peso normal redujo de manera significativa la ingesta de calorías.

¿Qué podemos hacer para reducir la velocidad a la que comemos?


Mujer comiendo con el teléfono móvil
Evita comer con distracciones, pues quitan la atención de nuestra comida y favorece que comamos más rápido.

Toda comida, independientemente de los alimentos que comamos, que se lleve a cabo en menos de 20 minutos se considera realizada a una velocidad excesiva. A continuación, te damos una serie de consejos para comer más despacio:
  • El espacio es importante. Debe ser tranquilo y que invite a comer de manera relajada. Los profesionales aconsejan comer con la televisión apagada porque puede desviar la atención y hacernos comer más rápido inconscientemente.
  • Se deben hacer entre 20 y 25 masticaciones por bocado. Trata de identificar los ingredientes.
  • Utiliza cubiertos incluso para comer pizza o bocadillos.
  • Comer con gente nos ayuda a socializar y así comer más despacio.
Finalmente, recuerda que unos buenos hábitos alimenticios son necesarios para mantener un adecuado nivel de salud. Entre ellos, no solo el tipo de alimentos juega un papel decisivo, sino también nuestras rutinas y costumbres como la velocidad a la que comemos.

lunes, 22 de abril de 2019

¿Qué son los ácidos omega 3, omega 6 y omega 9?


¿Has escuchado hablar de los ácidos grasos Omega? En este artículo te contamos qué son los ácidos Omega 3, Omega 6 y Omega 9 y ¡cuáles son sus beneficios!
Mucho se habla en la actualidad sobre los ácidos Omega 3, 6 y 9 pero ¿sabes exactamente qué son y para qué los necesita nuestro organismo? En este artículo, te explicamos todo al respecto para que entiendas su importancia nutricional ¡y no dudes en incorporarlos a tu dieta!
Los ácidos grasos de tipo Omega son fundamentales para el buen funcionamiento de nuestro cuerpo y nos ofrecen una serie de beneficios para la salud que enumeraremos a continuación. ¿Estás listo para descubrirlos? Continúa leyendo.

Ácidos Omega 3, 6 y 9: lo que necesitas sabes

Alimentos ricos en ácidos grasos de tipo Omega
Nuestro organismo necesita de los ácidos grasos Omega para su buen funcionamiento.
Los ácidos grasos son, básicamente, grasas “buenas” que sirven a nuestro organismo de muchas maneras diferentes. Dependiendo de los enlaces dobles que los compongan, se clasifican con una determinada numeración. Es decir, que su composición determina si se tratan de Omega 3, Omega 6 u Omega 9.

¿Qué son los ácidos grasos esenciales?

Los denominados “esenciales” son ácidos que nuestro cuerpo no sintetiza.Por este motivo, debemos ingerirlos a través de los alimentos. Estos son el Omega 3 (ácido linoleico) y el Omega 6 (ácido alfa linolénico). Los números que les acompañan indican su conformación estructural:
  • El ácido Omega 3 posee un doble enlace en su estructura en posición 3.
  • El Omega 6, por su parte, presenta el doble enlace en la posición 6.
Una vez en el cuerpo, estos se convierten en otros ácidos grasos poliinsaturados como el ácido eicosapentanoico, el ácido araquidónico o el ácido docosahexanoico. Merece la pena destacar que los ácidos grasos poliinsaturados ayudan a mantener en condiciones adecuadas las membranas celulares.
Además, también son los encargados de producir prostaglandinas, hormonas que regulan una serie de procesos corporales como la coagulación sanguínea, y ayudan a absorber y transportar las vitaminas liposolubles (A, D, E y K).

1. Beneficios de los ácidos Omega 3

Alimentos ricos en omega 3
El Omega 3 está presente en alimentos como los pescados azules, el aguacate y las almendras.
Existen diferentes clases de Omega 3, en razón de su composición atómica. Veamos ahora cuáles son los principales beneficios de su inclusión en la dieta de toda la familia:
  • Los ácidos Omega 3 ayudan a aumentar el colesterol “bueno”, además de reducir la presencia de triglicéridos.
  • Contribuyen a bajar la presión arterial.
  • El consumo habitual de Omega 3, combinado con el ejercicio físico regular, disminuiría el riesgo de enfermedades cardiovasculares.
  • Algunos estudios señalan que la administración de Omega 3 podría prevenir la enfermedad de hígado graso.
  • Podría prevenir la aparición de demencia.
  • Ayudaría al desarrollo cerebral de los bebés, motivo por el cual se recomienda que la madre incluya Omega 3 durante la gestación, lactancia y en la posterior alimentación complementaria del pequeño.
  • Mejora la densidad ósea.
  • Contribuye a la coagulación sanguínea.
La Organización Mundial de la Salud recomienda comer al menos dos porciones de pescado azul por semana, debido a su rico aporte en ácidos grasos Omega 3.
Si no te gusta el pescado, no te preocupes. El ácido Omega 3 está presente en otros alimentos como: los mariscos (mejillones y ostras), las espinacas, las coles de Bruselas, el pepino, las fresas, la piña, las almendras y las nueces, entre otros.

2. Beneficios del Omega 6

Huevos
Los huevos son fuente natural de Omega 6.
El organismo utiliza los ácidos Omega 6 principalmente como fuente de energía. No obstante, algunos estudios han señalado que su consumo tendría beneficios más allá del aporte energético:
Por supuesto, los beneficios mencionados tanto para el Omega 3 como para el Omega 6 dependen de una ingesta adecuada. Un consumo deficiente no traería aparejados dichos beneficios, así como un desbalance entre el consumo de ambos ácidos esenciales podría producir problemas de salud.
Entre las principales fuentes de Omega 6 encontramos: el aceite de girasol, la calabaza, los frutos secos, los huevos y el germen de trigo. Consulta con tu médico si es necesario que aumentes tu consumo habitual de Omega 6. Recuerda que su ingesta debe ser adecuada y no excesiva.

Descripción del ácido graso Omega 9

Aceite de oliva
El ácido oleico, uno de los Omega 9, está presente en el aceite de oliva.
El Omega 9 es un ácido graso monoinsaturado, con un único doble enlace en la posición del carbono 9. A diferencia de los ácidos esenciales, el cuerpo puede sintetizarlo. Dos de sus ácidos principales son el ácido erúcico, presente en la canola, y el ácido oleico, que se encuentra en uno de los pilares de la dieta mediterránea: el aceite de oliva.

Beneficios para la salud

La ingesta habitual de Omega 9 es recomendada, ya que presenta diferentes beneficios para la salud más allá de que nuestro organismo pueda sintetizarlo. De hecho, los ácidos Omega 9 son las grasas más abundantes en nuestras células:
  • Un análisis de diferentes estudios reveló que las dietas altas en grasas Omega 9 ayudarían a aumentar las concentraciones de colesterol HDL, sin repercutir en un aumento de colesterol “malo”.
  • Otra investigación observó que aquellas personas que siguen una dieta alta en grasas monoinsaturadas tienen una mejor sensibilidad a la insulina.
Asegúrate de incluir los ácidos Omega 3, 6 y 9 en tu dieta habitual en su correcta medida. Si tienes dudas al respecto, consulta con tu médico de confianza. Él podrá responder a todas tus dudas y diseñar un menú a la medida de tus necesidades nutricionales.