viernes, 19 de enero de 2018

Hazte responsable de tu vida


Ser responsable de tu vida te permitirá tener más control sobre esta. Así conseguirás ser tú, y no los que te rodean, quien decida cómo te sientes en cada momento
¿Alguna vez le has echado la culpa a otra persona de lo que sentías? Este acción no es más que hacer responsables a otros de lo que solo te concierne a ti.
Hoy descubrirás cómo hacerte responsable de tu propia vida.
La sociedad nos ha enseñado a sentirnos víctimas y a proyectar nuestros problemas en los demás. Por eso, decimos cosas tales como “me has amargado el día” o “por tu culpa ahora me he enfadado”.
Nos equivocamos al decir esto, porque no siempre nos enfadamos cuando alguien actúa de determinada manera. Todo depende de cómo se encuentre nuestro estado de ánimo en ese momento.

Nuestras emociones son responsabilidad nuestra

Muchas veces, en vez de hacerte responsable de tus propias emociones cargas con la culpa de las mismas a los demás. Así crees que las otras personas te han enfadado o puesto de mal humor.
No obstante, esto no es así.
  • Imaginemos un escenario en el que alguien quiere imponer su opinión a toda costa acerca de un tema aunque lo que dice es erróneo.
  • En esta situación podemos actuar enfadándonos, gritando y elevando la voz para señalarle el error, o diciéndole tranquilamente nuestro punto de vista y respetando lo que la otra persona cree.
Si analizas tu vida, quizás te encuentres con situaciones que se han repetido pero en las que has actuado de estas dos formas diferentes. ¿De verdad es la otra persona responsable de tus emociones?
En absoluto. El responsable eres tú mismo. Debido a tus experiencias, lo susceptible que estés, el estrés al que te estés enfrentando o el bienestar que sientas, actuarás de una u otra manera.
Hacer que otra persona sea la responsable de nuestras emociones no es más que una manera de sacudirnos nuestra propia responsabilidad y desencadenar conflictos con los demás.

Nunca hemos sido víctimas

mujer-sintiendose-victima
Cuando alguien nos grita, nos sentimos víctimas; en el momento en el que alguien nos lanza una crítica, nos sentimos víctimas. Tendemos a sentirnos víctimas de las circunstancias cuando, en realidad, nunca hemos sido víctimas.
En el momento en el que somos responsables de nuestras emociones y actos, es imposible que seamos víctimas de los demás.
Nadie tiene el poder de hacernos sentir mal si tenemos una fuerte autoestima y nos conocemos bien. Si consiguen hacernos sentir mal por algo que dicen sobre nosotros, es importante que nos preguntemos por qué es tan importante para nosotros la opinión de los demás.
¿Qué podemos hacer para ser responsables de nosotros mismos?
  • No culpar a otros de lo que sentimos, sino analizar por qué nos sentimos así cuando se dan determinadas circunstancias.
  • Gestionar nuestras emociones, aprender a identificarlas, ponerles nombres y analizar por qué algunas se desencadenan más que otras.
  • No hacer responsables a los demás del daño que permitimos que nos hagan. Por ejemplo, una pareja que nos juzga o critica por cómo nos vestimos.

La necesidad de poner límites

Mujer poniendo límites
Los límites son muy necesarios, sobre todo en las relaciones. Poner límites evitará que te hagan daño todas aquellas personas que te juzguen, critiquen o te intenten manipular.
De esta manera, evitarás hacer responsable a otros de lo que sientes. Pues tú tienes el poder de decir “hasta aquí” y no permitir que nadie sobrepase tus límites y te haga sentir mal.
Somos responsables de nuestra vida en todos los sentidos. No podemos culpar a nadie de cómo la estamos viviendo.
Muchas personas, por ejemplo, con una infancia traumática culpan a sus padres de los problemas que tienen en su vida adulta.
Sin embargo, ¡ellos son los responsables de su vida! Tienen que ver esos traumas como una oportunidad de sanación y aprendizaje para hacerlo mejor, para vivir mejor y ser más conscientes.
¿Has hecho alguna vez responsable a los demás de lo que sentías o te hacían sentir? ¿Culpaste a otros de tus propias emociones? No tomar responsabilidad es como quedarnos sentados sin hacer nada y así acogernos a la actitud de víctimas.
Nadie puede hacernos sentir mal sin nuestro consentimiento.

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