Gracias a la inteligencia
emocional podemos enseñar a los más pequeños a ser más felices y a
entender mejor el mundo que les rodea. Eso sí, debemos ser nosotros su
mejor ejemplo
A pesar de que la mayoría de nosotros conocemos los conceptos que definen la inteligencia emocional gracias a Daniel Goleman, cabe decir que este enfoque ya apareció en los años 40.
Autores como Edward L. Thorndike o David Wechsler, se dieron cuenta de que la inteligencia era algo más que nuestra capacidad de razonamiento o retención, mucho más que el área matemática o el área del lenguaje.
Hay dimensiones psicológicas en una persona que no se pueden medir en un test, y que, sin embargo, pueden llegar a ser mucho más importantes en nuestra vida cotidiana.
Sería, sin duda, muy acertado que todos los currículums educativos tuvieran en sus programas mecanismos para enseñar a los niños a ser competentes emocionalmente.
Hasta que ello ocurra, hasta que la inteligencia emocional sea tan importante como las matemáticas, vale la pena que, en casa, enseñemos a nuestros niños cómo funciona este arte, este comportamiento, esta sabiduría del corazón que todos deberíamos practicar.
Hoy en nuestro espacio te ofrecemos 3 claves maravillosas para que lo pongas en práctica con tus hijos.
Claves para educar a tus hijos en inteligencia emocional
La inteligencia emocional se aprende. De hecho, no importa que tengamos 4 o 70 años, los pilares que la definen y la construyen pueden entrenarse cada día para permitirnos ser más capaces y, por supuesto, más felices.En lo que respecta a nuestros hijos, es muy adecuado iniciar esta enseñanza desde bien temprano.
De este modo, interiorizan conceptos y habilidades de forma natural, para adaptarse mejor a todas las situaciones sociales y personales que van a experimentar en los años venideros.
Pensemos por ejemplo, que un modo muy acertado de prevenir el que nuestros hijos sean víctimas –o incluso inductores– del bullying, es educándolos en inteligencia emocional.
1. Mis emociones tienen nombre, ayúdame a conocerlas
Cada sensación, cada “tormenta”, rabieta, risa o bienestar que el niño experimente tiene nombre, y ello es algo que deben aprender lo antes posible.Tus niños deben saber poner nombres a sus emociones. Para ello, es importante actuar como sus guías emocionales.
- Acostumbra a tus niños a expresar frases como “yo me siento… porque…”. Esta estrategia le permitirá decir cosas como, por ejemplo, que “yo me siento triste porque en el cole un amigo me ha insultado”.
- El darles comodidad para que puedan hablar de sus emociones y pensamientos, de lo que les ha pasado durante el día sin sentirse juzgados por nuestra parte es algo esencial.
2. Lo que tú sientes y lo que yo siento no siempre es lo mismo
Una pieza clave de la inteligencia emocional es la empatía. Esta dimensión psicológica es algo que irán adquiriendo con el tiempo.- De hecho, sobre los 7 u 8 años ya se habrán alejado totalmente de ese “individualismo” tan típico de los niños pequeños, algo egoístas, en ocasiones.
- Poco a poco empezarán a defender ya a sus amigos (sus iguales), y entenderán ya los puntos de vista de los demás para sensibilizarse por el bienestar ajeno.
- Haz preguntas a tus hijos: ¿cómo crees que estaba hoy el abuelo? ¿Lo has visto feliz, triste, preocupado?
¿Cómo crees que se habrá sentido ese niño del parque cuando lo has empujado?
- Sirve de modelo para tus hijos: permite que cada día vean en ti a esa persona que se preocupa por los demás, que es capaz de atender, de intuir, de ponerse en su lugar para entender su punto de vista.
Si lo ven en ti poco a poco lo integrarán en su propio comportamiento sin darse cuenta.
3. Ayúdame a defenderme, ayúdame a ser asertivo
Una forma excepcional de desarrollar la inteligencia emocional en tus hijos es mediante una adecuada comunicación asertiva, segura y madura donde el niño sepa aplicar la empatía y hablar de sus propios sentimientos para defenderse.- Es vital que nuestros hijos actúen siempre de forma asertiva. La asertividad nos permite defender nuestros derechos, proteger nuestros límites, nuestra integridad y, a su vez, respetar la de los demás.
- Los niños deben ser capaces de hablar en primera persona con total libertad y sin miedo, reclamar sus necesidades pero, a su vez, conociendo qué es el respeto hacia los demás.
- Un niño que se siente escuchado es un niño que sabe escuchar y, a la vez, comunicar.
Nuestros hijos no siempre van a tenernos a su lado para defenderlos, para guiarles en cada dificultad.
Por ello, es conveniente que les ofrezcamos adecuadas estrategias personales con las que sentirse fuertes, capaces y seguros en sus contextos cotidianos.
A su vez, no dudes en atender cada día toda necesidad y preocupación que puedan tener sus niños. Permite que tengan en ti a esa persona en quien apoyarse, a quien pedir consejo y a quien revelar con tranquilidad sus emociones.
Vale la pena.
http://mejorconsalud.com/
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