El cuerpo humano cuenta con mecanismos capaces de
resolver problemas de excesos, carencias o toxicidad pero nuestro peculiar
estilo de vida llega a colapsar la capacidad de adaptación del organismo y
cuando lo llevamos a un estado de desequilibrio aparecen los problemas de salud.
Diariamente lo intoxicamos a través de una alimentación desequilibrada o
prácticas poco saludables de vida como el sedentarismo, el tabaco o el
alcohol.
Para conseguir un perfecto funcionamiento del
organismo la naturaleza ha creado dos pilares básicos: la depuración y la
nutrición adecuadas.
La salud depende en primer lugar de una
desintoxicación llevada a cabo por los órganos destinados a ello: hígado,
vesícula biliar, intestino, piel, riñón, apoyados por el sistema
cardiovascular.
La mayor parte de las toxinas proceden de la
degradación de los alimentos que se ingieren y no suponen peligro alguno
mientras el organismo mantenga la capacidad de eliminarlos en la misma medida
que se originan, el problema empieza cuando se acumulan más toxinas de las que
el organismo elimina.
El problema se inicia con una alimentación poco
adecuada, artificial y cargada de sustancias nocivas. La ingesta de sustancias
poco saludables provoca una digestión difícil e insuficiente, desequilibra la
flora intestinal y genera procesos de putrefacción, enlentecimiento e
inflamación, lo que incrementa la permeabilidad intestinal permitiendo el paso
de macromoléculas alimenticias y bacterianas al flujo sanguíneo y generando
problemas secundarios por sobrecarga en el hígado, riñón o provocando
alteraciones en el sistema inmune generados por la presencia de toxinas que
actúan como antígenos y generan respuestas exacerbadas como ocurre en las
enfermedades autoinmunes.
Información de Equisalud.
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