La vida emocional entre hombres y mujeres está influida por las necesidades afectivas y las costumbres de cada cual.
Sin embargo, es cierto que hay ciertos patrones que se repiten con cierta constancia en las relaciones de pareja heterosexuales.
Esto
es, digamos que los tópicos y las expectativas no surgen de la nada.
Las expectativas de las mujeres sobre los hombres (y viceversa) en las
relaciones de pareja suelen ajustarse a
patrones que se repiten, aunque de manera individualizada, como género.
No es bueno caer en generalidades, por lo que debemos entender que
lo que la biología determina
y lo que la sociedad promueve entran siempre en confluencia directa con
las vivencias de cada uno, seamos hombres o mujeres de cualquier
condición.
La confluencia emocional en la pareja entre hombres y mujeres
Es habitual que escuchemos a los hombres “
quejarse“ o “
hacer chistes fáciles” sobre
la emotividad de la mujer. Por el contrario, las mujeres solemos acusar
que los hombres como pareja no son lo suficiente afectivos.
Pensamos del otro que “
podría cambiar” si realmente quisiera, dejando a un lado las particularidades que nos unen y desunen a nivel biológico y social.
Lo que no nos paramos a pensar es en que
los circuitos cerebrales que rigen la manifestación de nuestras emociones se activan de manera diferente, dando origen a realidades distintas.
Así,
por ejemplo, no es que los hombres no se enamoren, sino que se
manifiesta de otra manera a nivel individual, pues la confluencia de los
roles de género, la biología y las experiencias vitales conforman lo
que somos.
Por lo tanto, partimos de una base común que hace que
esos “prototipos” que se muestran por medio de las expectativas sean un
aspecto relevante en la manera en la que se gestiona una pareja
heterosexual.

En este sentido y teniendo todo esto en cuenta, podemos afirmar sin pillarnos los dedos que
el procesamiento emocional del cerebro masculino difiere del femenino.
Concretamente, la diferencia radica en el uso de dos
sistemas cerebrales que funcionan de manera simultánea (el sistema
neuronal especular y la unión temporo-espacial).
Explicaremos esto con una historia en la que gran parte de nosotros podemos vernos reflejados.
Marta está pasando por una época mala en el trabajo. Necesita desahogarse y que su pareja, Daniel, la escuche y la abrace. Ocurre que cuando Marta comienza a contarle sus problema, Daniel comienza a decirle a Marta lo que puede hacer.
Marta se desquicia, pues piensa que Daniel no hace por comprenderla y no le da importancia a lo que le sucede.
Daniel,
por su parte, sufre muchísimo al ver tan mal a su pareja, pero no sabe
cómo ayudarle, pues todas las alternativas que le ofrece son desechadas
por Marta.

Si
pudiésemos escanear el cerebro de Daniel cuando ve llorar a Marta
veríamos cómo se activan los dos sistemas de lectura emocional que hemos
comentado.
El primero que se activaría sería el Sistema Neuronal Especular (SNE), lo cual permite a Daniel empatizar con el
dolor emocional de Marta.
Simultáneamente
el cerebro de Daniel activa la Unión Temporo-parietal (UTP), la cual se
encarga de analizar la situación y buscar soluciones.
Esta es la denominada empatía cognitiva.
Digamos
que la UTP se encarga de fabricar una frontera clara entre las
emociones propias y las ajenas, lo cual impide que ciertos procesos
mentales se contagien de las emociones de los demás.
Esto intenta analizar la situación y
buscar soluciones; o sea, ser lo más prácticos posible.
Así
que, mientras observamos el cerebro de Daniel en ese momento,
encontraremos cómo intenta buscar soluciones para atenuar el dolor de su
pareja.
Su córtex se activará a la vez que pregunta con toda
naturalidad a Marta cuánta gente le hace falta para sacar el trabajo
adelante.
Esto, como gran parte de las lectoras comprenderán, irritará a Marta. Ella responderá “
¿Y eso qué más da? Tengo hacerlo con el equipo del que dispongo”, mientras clava una mirada de resentimiento en Daniel.
Sin embargo, el cerebro de Daniel obviará el tono crispado del último comentario de Marta, pues el cerebro masculino tendrá
desactivada la zona de empatía emocional mientras trata de buscar una solución y empatizar cognitivamente con su amor.
Siguiendo en esta línea, Daniel le ofrecerá la maravillosa solución que su cerebro ha declarado: “
Contrata empleados temporales”. Automáticamente las áreas cerebrales del bienestar se iluminan en el cerebro de Daniel ante su genial idea.
No
obstante, el placer durará exactamente lo mismo que tarde la expresión
de Marta en mudarse, la cual ahora solo podrá llorar o lamentarse al
sentir que su pareja no comprende su estado de ánimo y que no le está
dando la importancia que realmente tiene.
Sin embargo, lo que está ocurriendo no es lo que ambos interpretan, sino que su realidad cerebral es bien distinta.
El reflejo de dos realidades cerebrales
Daniel intenta
por todos los medios ayudar de manera objetiva y práctica a Marta, pues
su lógica emocional le dice que eso es lo mejor que puede hacer: buscar
soluciones.
Sin embargo, Marta está en otro punto y
busca en su pareja una conexión emocional a su nivel.
En este sentido tenemos que concluir que el
trasfondo emocional
de un hombre no es menos rico y menos válido que el de una mujer, sino
que gran parte de nosotros funcionamos de otra manera a nivel cerebral,
social e individual.
Podemos entender esto como un problema de entendimiento o como una manera de complementación.
Por
eso, ahora que tenemos esta información quizás sea el momento de
tenerla en cuenta y hacer de la vida emocional en la pareja entre
hombres y mujeres mucho más equilibrada.
Fuentes recomendadas de consulta:
Carlson, N. (2014).
Fisiología de la conducta. Editorial Pearson.
Brizendine, L. (2010).
El cerebro masculino. RBA Divulgación.
http://mejorconsalud.com