martes, 29 de noviembre de 2016

No te preocupes por envejecer, preocúpate por crecer


crecer
 
Mentiríamos si dijésemos que no nos preocupa envejecer. Un pensamiento inculcado por la sociedad que nos provoca una gran desazón.
Todo esto fruto de una publicidad engañosa que nos incita a esforzarnos por parecer eternamente jóvenes. Cuando, en realidad, crecer es lo más importante.
Nos centramos demasiado en la apariencia y, mientras, abandonamos nuestro interior.

Los años no deberían darnos pesar, sino alegría. Poder celebrar tu cumpleaños un año más significa que has crecido. ¿Te das cuenta de lo mucho que has cambiado? No eres la misma persona de antes.

No vivas con prisas

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La publicidad, la televisión y toda la información que recibimos de los medios de comunicación no son los únicos que nos machacan con la negativa idea de envejecer. La forma en la que vivimos también tiene mucho que ver.
Sin embargo, esto no viene de ahora. Un ejemplo es que, hace muchos años, una mujer tenía que tener los hijos joven, por lo que el disfrute de su juventud se reducía notablemente. También debía casarse joven, pues con la edad ya nadie se fijaría en ella.
Ideas que quedaron en el pasado, pero que, de alguna manera, se han transformado.
¿Tienes tiempo para ti? El trabajo provoca que no dispongamos de las horas necesarias para cuidarnos, para cultivar nuestro interior, para dar un paseo por la naturaleza o tan solo disfrutar de un buen libro.
Desde muy pequeños nos apuntan a incontables clases extraescolares para poder aprender pronto todo lo necesario para ser competentes en la vida.

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A medida que pasan los años, nada de esto cambia. Deberes que se convierten en trabajo después, proyectos que se realizan fuera de clase que se traducen en horas extras.
Al final, el tiempo pasa y no lo hemos disfrutado. Los días transcurren bajo estrés y pensar en terminarlo todo o, al menos, adelantarlo para el día siguiente.
¿Te paras a pensar en si disfrutas del presente?

El futuro es nuestro presente

El aquí y el ahora no existe, se ha convertido en un mañana lleno de expectativas y cosas por hacer que, a veces, no suceden.
Tendemos a postergar lo que nos gusta para darle prioridad a nuestras responsabilidades. Nos agotamos y nos sumergimos en tareas que, muchas veces, no podemos abordar.
¿Cómo no te va a pasar el tiempo rápido? De pequeño disfrutabas el momento. No pensabas en el mañana, sino que te centrabas en el ahora, en aprender y crecer.
Tus cinco sentidos se concentraban en el presente, disfrutando de cada sensación, de cada estímulo, sorprendiéndote constantemente.
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Quizás el problema haya sido ese. Ya nada es nuevo para nosotros, por lo que hemos adoptado aburridas rutinas que nos impiden frenar y tomarnos un descanso.
No obstante, esto no quiere decir que tengas que abandonar lo que te gusta hacer o aquellas responsabilidades que no te queda otra que atender.
Nos estamos refiriendo a que tienes que aprender a sentir, a crecer y a ver.

Siente, experimenta, vive, crece…

No pienses en el pasado, tampoco en el futuro. Haz como cuando eras niño y céntrate en el ahora. Si lo haces, te olvidarás de que existe un mañana y lo darás todo hoy mismo.
No mantendrás mucho tiempo un enfado y te sentirás muy bien notándote productivo en tu trabajo. Esfuérzate por disfrutar de todo y de todos, piensa en lo que sientes y respira profundo.
Si te apetece dar una vuelta al salir del trabajo, hazlo. Si quieres darte un capricho, dátelo.
El hoy existe, el mañana nadie lo sabe. ¿Dejarás pasar la oportunidad de vivir este día al máximo?
Nos olvidamos de hacerlo, la rutina es como nuestra zona de confort. Empieza a anular nuestras emociones y nuestros sentimientos. Nos vuelve personas grises.

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Esto no nos ayuda a crecer, pues no nos enriquece, sino todo lo contrario. Nos vuelve personas superficiales, continuamente descontentas y tristes.
Si te preocupa envejecer, párate a pensar en cómo vives tu día a día. Que el tiempo pase lento o deprisa es una concepción nuestra. Cuando estamos en una cola pasa terriblemente lento, cuando disfrutamos pasa muy deprisa.
Aprende a apreciar todo lo que haces, incluso cada paso que das.
Porque el miedo, las prisas y la despreocupación por nuestro bienestar interior provocan que tengamos temor a lo que tanto deseábamos un día: ser mayores, crecer…

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