Hay un momento justo para cada
cosa, por lo que no debemos apresurarnos ni agobiarnos por conseguirlo.
Si somos pacientes podemos estar seguros de que lograremos lo que
deseamos
Lo que tenga que ser será, a su tiempo y en su momento. Lo único que necesitamos es, sin duda, una pizca de paciencia y, ante todo, la clara voluntad de seguir construyendo nuestro presente día a día para alcanzar dicho objetivo.
De esta frase que todos hemos escuchado más de una vez se deducen varias cosas. La primera es que, en ocasiones, forzar las cosas para que sucedan antes de tiempo no trae buenos resultados.
La segunda es que las personas debemos ser capaces de aceptar que la vida tiene sus ciclos, sus instantes. Nadie puede, por ejemplo, aspirar a una relación de pareja perfecta si primero no ha aprendido a amarse a sí mismo.
Por ello, es normal que antes pasemos por esas fases de autodescubrimiento, de relaciones fallidas que, poco a poco, nos van acercando a la persona más adecuada para nosotros.
Crecer es aprender y, sobre todo, estar abierto a todas las oportunidades que nos lleguen. Te invitamos a reflexionar sobre ello.
Cada cosa tiene su momento, y todo momento tiene su oportunidad
Cuando menos te lo esperas, todo sale bien. El que esto sea así no se debe siempre a la famosa ley de la atracción, puesto que la mayoría de las veces no basta con desear mucho algo para que suceda.En ocasiones, las cosas buenas suceden porque sí, pero podríamos decir que, en el resto de las ocasiones, lo bueno acontece porque es el momento y ante todo, porque nosotros mismos lo hemos propiciado para que, con el tiempo y en su momento, recojamos los frutos de nuestro esfuerzo.
La magia de la oportunidad
La magia hay que saber verla, porque se abre paso ante nuestros ojos en un momento preciso que es necesario intuir.- Pongamos un ejemplo. Nos hemos formado en una disciplina en concreto, hemos pasado tiempo estudiando, aprendiendo y adquiriendo buenas aptitudes y adecuados conocimiento.
- Al poco se abre en el mercado un nuevo campo laboral; es algo innovador y, aunque encaja en cierto modo con nuestra formación, nos produce algo de miedo, porque no sabemos si vamos a ser competentes o no.
- Solo aquellos que sepan ver la oportunidad y que se atrevan a dar el paso, aprovecharán aquello que hace acto de presencia justo en el momento adecuado. Ni ante ni después, en el instante preciso.
Lo que tiene que ser será si nosotros lo propiciamos también
Las oportunidades no suelen llamar así como así a la puerta de nuestra casa. La inmovilidad no atrae la oportunidad, ni el simple deseo nos regala porque sí los sueños que diseña nuestra mente.- “Lo que tenga que ser” requiere también un esfuerzo por nuestra parte. Somos agentes creadores, entidades capaces de cambiar nuestra realidad y de propiciar oportunidades siempre y cuando nos lo propongamos.
- Hay cosas que acontecen porque es el momento, es cierto, pero si nosotros mismos no hemos puesto algo de voluntad, esfuerzo y dedicación difícilmente aparecerá ante nosotros aquello que deseamos.
La necesidad de mantener una mente abierta
Una mente abierta no es solo una mente que sueña bajo las estrellas lanzando deseos al infinito. Una mente abierta tiene características muy concretas:- Es consciente de sus necesidades.
- Tiene una buena conexión consigo misma, un buen autoconcepto y autoestima para ser capaz de poner límites ante lo que no desea y extender sus redes ante aquello que sí quiere.
- Es observadora, escucha todo lo que tiene a su alrededor y elige aquello que le pueda permitir crecer y seguir avanzando.
- Una mente abierta y receptiva sabe aprovechar el momento e invierte energías y conocimientos para que las oportunidades lleguen a ella cuando sea el instante más propicio.
La necesidad de ser pacientes
Quien se adelanta, se arriesga sin valorar antes los peligros y carece de paciencia suele llevarse más de una desilusión o desengaño.- Sabemos que muchas veces nos recomiendan eso de “saber arriesgar, de ser valientes para salir de nuestra zona de confort”. Ahora bien, para dar el paso antes hay que estar preparados.
- Sin una buena autoestima no podemos, por ejemplo, esperar a encontrar la felicidad en una pareja, porque entonces, estaremos siempre supeditados a lo que la otra persona haga o deje de hacer para sentirnos bien.
- Tampoco podemos aspirar a un trabajo determinado si primero no poseemos las competencias necesarias. Si nos rechazan estará justificado; por ello, es necesario ser pacientes e invertir primero en nosotros mismos, en madurez personal, en habilidades prácticas y en conocimientos.
Para concluir, sabemos que a veces nos cansamos de esperar a que las cosas buenas, aquellas que merecemos, hagan acto de presencia.
Hasta que ello ocurra, no debemos olvidarnos pues de confiar, de seguir luchando por nuestros propósitos y a su vez, ser receptivos para que las cosas, finalmente, sucedan.
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