Además de rodearnos de personas que transmitan buena energía y que nos alegren la vida es importante ser parte de ese grupo y procurar el bienestar de los que están a nuestro lado
Se necesitan donantes de buena energía porque al mundo le hace falta más luz para afrontar la oscuridad del día a día, de las adversidades personales y de las desgracias.
Rodearnos de gente así nos dará la oportunidad de ver la vida de otra manera, de iluminar nuestro entorno, de contagiarnos de su sonrisa y de recargar nuestra propia batería.
No podemos levantarnos cada mañana esperando a que lleguen a nosotros amores eternos, promesas cumplidas y aventuras inesperadas. Si permanecemos estáticos y no avanzamos estaremos descuidando cada oportunidad, empañándola de espera y olvidando nuestra esencia.
“Una sonrisa significa mucho. Enriquece a quien la recibe sin empobrecer a quien la ofrece. Dura un segundo pero su recuerdo, a veces, nunca se borra”
-Anónimo-
El poder de una sonrisa en el momento adecuado
Nuestras sonrisas y nuestros buenos actos albergan gran trascendencia en la vida emocional de los demás y, por supuesto, revierten en grandes beneficios incluso para nosotros.
Y es que a través de la amabilidad se establecen relaciones más sólidas, sinceras y plenas fundamentadas en la estabilidad que ofrecen la libertad, la dignidad y el respeto.
No queremos decir que tengamos que vivir sonriendo a pesar de todo y contra todo. Cada sentimiento y cada emoción tienen su momento. Sin embargo, siempre es bueno recargarnos de aquella energía que nos vigoriza y nos hace mantener una cara amable ante la vida.
No se trata de ser optimistas en exceso, ni víctimas de los consejos de aquellos que promueven una positividad tan extrema que no deja espacio para el resto de nuestras expresiones emocionales.
El optimismo descontrolado es insano. A lo que debemos aspirar es a adquirir la capacidad para recargar las pilas y encender las luces de nuestro interior cuando todo se apaga. Esto es, a gestionarnos y a manejar nuestras emociones para garantizar nuestro bienestar, especialmente en momento difíciles.
Tenemos que entender que nuestros sentimientos en cada momento tienen una función específica, la de ayudarnos a crecer y a comprender lo que está sucediéndonos; es decir, desempañar nuestros cristales y permitirnos ver cómo amanece.
En este sentido, las personas que nos gustan son hábiles en mantener un equilibrio entre aceptar la vida tal cual es y fluir con ella. Esto nos genera buena sintonía y nos hace sentir bien y reconfortados a su lado.
No dejes escapar a aquellos que hacen bonito tu mundo
Las personas que hacen bonito nuestro mundo son agradables y están dispuestas a mantener expectativas positivas para con los demás y para con la vida.
Esta gente es la que transmite buena energía, la que regala sonrisas y miradas sinceras que nos reconfortan y nos hacen sentir merecedores de amor.
Gracias a la buena sintonía que generan es posible que creemos relaciones sólidas, consistentes y leales. Gracias a que nos aprietan la mano, nos dan abrazos que recomponen nuestras partes rotas, caricias que nos sosiegan y miradas que nos mantienen fuertes.
Porque las personas bonitas nos emocionan con su sola presencia gracias a que respetan, no juzgan y mantienen la calma. Por eso hacen bonito nuestro mundo, porque manejan con simpleza y coraje las relaciones.
Así que ten cuidado y no dejes que los donantes de buena energía se marchen de tu lado. No les eches de tu vida y no cometas el error de abandonarles cuando algo te atormenta y cuando te necesitan.
Recuerda cuál es el valor de permanecer, de prestar nuestras sonrisas y nuestras palabras sinceras, tiende la mano a quien te necesite y ayúdale a sonreír y a ser una persona de acero inolvidable.
Imagen principal cortesía de Natilles
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