Mientras dormimos nuestro organismo se dedica a generar anticuerpos para defenderse de los virus y las bacterias, y por eso tenemos más necesidad de dormir cuando estamos enfermos
El cuerpo sigue en funcionamiento cuando dormimos
Si bien pareciera que apenas conciliamos el sueño todo deja de funcionar… eso no es verdad. Las investigaciones indican que cuando dormimos el cuerpo sigue actuando y estas son sus principales actividades:
Los miembros se paralizan
Durante la fase más profunda del sueño (Movimiento Rápido de los ojos o R.E.M. por sus siglas en inglés) los músculos de las extremidades inferiores y superiores no se mueven.
El cuerpo se “sacude”
Quizás te haya ocurrido que mientras estás durmiendo sientes que estás cayendo al vacío y te despiertas muy asustado. Este trastorno se llama impulso hipnótico y permite preparar al organismo para los cambios que se experimentarán en las horas siguientes.
Los espasmos son esfuerzos que hacemos para mantenernos de pie, como si fuera un sistema de alerta que no prospera por completo.
La temperatura corporal desciende
Durante el día estamos haciendo muchas cosas y la temperatura es más elevada porque estamos quemando calorías. No obstante, por las noches, cuando dormimos, se necesita ahorrar energía. Entonces el cuerpo detiene la combustión calórica. Por ello podemos tener frío aún en verano.
Los ojos se mueven rápidamente
Durante el sueño atravesamos 5 etapas diferentes y, como ya dijimos antes, la más profunda, y también la más activa, es la R.E.M. Cuando llegamos a este punto comenzamos otra vez con el primero.
Esto ocurre a la hora o hora y media después de dormirnos. Los ojos se mueven para adelante y atrás pero no tenemos noción de ello.
Se borra información inútil
La mente es de las que más trabaja mientras dormimos. Cada noche se encarga de eliminar todo aquello que no sirve y ocupa espacio de nuestra memoria. Lo valioso “pasa” al área de largo plazo y el resto va a la papelera de reciclaje.
Además las conexiones neuronales se establecen con más rapidez. El cerebro usa mucho azúcar y oxígeno en esta etapa (puede ser por ello que al levantarte tengas ganas de comer algo dulce).
La hormona de crecimiento produce más
Esta es una de las razones por las cuales cuando somos bebés dormimos la mayor parte del día (y ocurre lo mismo con todos los mamíferos recién nacidos). La hormona de crecimiento (GH, por sus siglas en inglés) no solo hace que seamos más grandes, sino que permite a los músculos, huesos y tejidos regenerarse.
Se suele liberar más en las etapas profundas del sueño. Además, combate los niveles bajos de glucosa en sangre.
La garganta se estrecha
La razón de este cambio es debido a la relajación de los músculos. Por ello muchas personas roncan aunque no tengan la nariz tapada.
Existen también otras alteraciones de la garganta y la mayoría de ellas tienen que ver con que no la usamos más que para respirar cuando estamos durmiendo. En algunos casos las vías respiratorias se cierran completamente y causa apnea de sueño.
Nuestro sistema inmune se refuerza
Seguro que habrás oído o leído por ahí que es preciso dormir 8 horas seguidas para no enfermarnos. Claro, porque cuando descansamos generamos una buena cantidad de anticuerpos, y de esta forma el organismo se defiende de los ataques de los virus y bacterias.
Por ello cuando estamos resfriados o nos sentimos mal queremos dormir mucho.
Los dientes rechinan
El bruxismo es muy frecuente, sobre todo en los niños y los jóvenes. El hecho de apretar fuerte los dientes puede agravarse cuando hay mucho estrés o la mandíbula está desalineada. Las personas con este problema se despiertan con mucho dolor en la boca. Los dientes acaban desgastados o quebrados.
Los riñones también descansan
¡Si no, orinaríamos en la cama! Durante el día la función renal está activa para ayudarnos a filtrar las toxinas que se acumulan en la sangre. Esto hace que se produzca la orina. Cuando dormimos la acción de filtrado de los riñones se ralentiza para dejar de crear líquido.
Como hemos acumulado más desechos durante la noche y no los hemos evacuado durante varias horas (a menos que nos levantemos de madrugada) por la mañana orinamos de color más oscuro.
La vista mejora
Con el sueño se regeneran muchas células. Las de los ojos no son la excepción. La falta de sueño provoca alteraciones en los párpados y en la película lagrimal que protege la córnea. Es más probable que por las mañanas veas mejor que por las noches por esta razón (y porque, luego de varias horas de uso, la vista está cansada).
Si sueles sufrir de bolsas debajo de los ojos es preciso que duermas lo suficiente para reducirlas.
Hablamos
Muchas personas tienen este “problema” de hablar mientras duermen. Le sucede al 5% de la población y es un desorden del sueño que puede ser algo incómodo según lo que revelemos.
Lo más curioso de todo es que al otro día los habladores no recuerdan nada de lo que han dicho. ¡Eso si que puede ser un inconveniente si compartimos habitación! Se sabe que el estrés o la depresión aumentan la charla nocturna.
La cabeza “explota”
Esto si que es un dato curioso. Tal vez te haya pasado que experimentaste esta sensación de explosión en la cabeza que hasta te despierta y te hace mirar por la ventana para conocer de donde provino el sonido. Cuando esto ocurre es porque estás atravesando una etapa de mucho estrés y ansiedad.
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