lunes, 21 de septiembre de 2015

Padres y madres tóxicos

Padres tóxicos son aquellos que, por diferentes razones, causan sufrimiento a sus hijos a través de la manipulación, el maltrato  las demandas abusivas.

Existen diferentes  perfiles de padres tóxicos que aparecen  repetidamente en los relatos de los pacientes en consulta:
Padres “Barbazul:   Padres autoritarios y descalificadores que actúan desde el “yo exijo”- Crean hijas sumisas y excesivamente complacientes.  Las hijas reproducen ese patrón de vínculo y lo trasladan a otras figuras de autoridad (profesores, jefes, sus  maridos)  con los que repetirán la misma forma de relacionarse, es decir, desde la sumisión. Como adultas,  serán mujeres  en extremo complacientes incluso obviando sus propias necesidades. 


Madres de Rapunzel:   Madres culpabilizadoras que actúan no desde el “ yo exijo” sino desde el “ yo te suplico”. Es decir, que actúan desde el chantaje sentimental, para que sus hijos tomen determinadas decisiones y continúen respondiendo a sus requerimientos.  En el futuro sus hijos tendrán conflictos con sus parejas debido a la intromisión periódica de estas madres en sus vidas, y les será muy difícil crear vínculos afectivos estables.

“Mamás de Pulgarcita”:   Mamás  intrusivas y sobre protectoras que se niegan a que su hijo o hija crezca. En lugar de acompañar su desarrollo, están constantemente supervisándoles, espían su cuenta de correo o de redes sociales,  se hacen "compinches" de sus amigos y suelen generar en sus hijos  e hijas un sentimiento de inferioridad que los acompaña hasta la edad adulta .


“Madrastras de Blancanieves “: Madres competitivas respecto a sus hijas, que se visten como ellas e intentan incluso seducir a sus amigos.  La hija suele desarrollar problemas de peso y se convierte en una chica muy tímida en un intento inconsciente de satisfacer a la madre y no brillar más que ella.
Las consultas de los terapeutas están llenas de pacientes que sufren por culpa de padres excesivamente críticos o degradantes, o abusivos, o intrusivos, o despóticos, a los que no soportan, y cuya aprobación, sin embargo, siguen buscando y necesitando.
No debería ser lo normal, pero es lo normal.
Lo normal – lo digo o lo repito- no siempre es lo sano.
Una creencia muy dañina y muy extendida es la de asumir que los padres están predispuestos a amar a sus hijos de manera incondicional.
 Esto no es cierto, así de simple.
Hay padres que se acaban convirtiendo en una amenaza psicológica para sus hijos y hay hijos que deberían evitar la relación con sus padres
Al menos, limitarla y blindarla.  
El problema es que incluso los padres más abusivos puede ser afectuosos. 
De hecho,padres extremadamente abusivos, manipuladores o intrusivos son muy afectuosos,
porque si no manipulan a su hijo o hija es difícil que él o ella tolere la crítica, el desprecio o las palizas. 
Este tipo de relación se llama “relación de doble vinculación” 
(En cristiano: una de cal y otra de arena)  y
La “relación de doble vinculación” confunde enormemente a quien la sufre. En muchos casos, dejándole incapacitado de por vida para establecer vínculos sanos.

Los vínculos tóxicos, decía, nacen en hogares donde todo indica grandes dosis de amor. En apariencia
Esa madre tan española que les repite una y otra vez a sus hijos que ella, para sentirse bien,
sólo necesita que ellos estén bien… Que cría a unos hijos que vivirán constantemente culpabilizados en cuanto ella suelte unas
lagrimitas porque si algo le pasa a ella…
Que solo vive en función de sus hijos…
 Lo lógico será pensar que ellos son los responsables del sufrimiento de su madre. Ella vive por y para sus hijos, ella espera que ellos la completen. Y eso no es amor, es vampirismo.  

En este tipo de familias los hijos se acostumbran a callar, a no oponerse, a no hablar de los problemas, a no confiar en nadie, ni siquiera en ellos mismos.

La intimidad no es ser absorbido por el otro

Lo que probablemente asombre más a quien me lea es que la vinculación con un padre tóxico es mucho más fuerte e intensa que la que se establece con un padre sano.  
Por alucinante que llegue a parecer a quien lo lea y no lo haya vivido, los hijos de padres o madres abusivos o despóticos se sienten  muy apegados a los padres

Ese extremo vínculo con el progenitor tóxico se desarrolla porque el padre tóxico ha destruido de  la autoestima, la confianza y el sentido de la realidad. El hijo o hija acaba por pensar que merece ese trato y que su padre o madre tenían toda la razón.

En su libro "Padres Tóxicos", la psicóloga estadounidense Susan Forward  sugiere los siguientes patrones de actuación:

1 - Primero, enfrentar a los padres desde la perspectiva de dos adultos conversando.

2-  Explicar a los progenitores con la mayor claridad posible lo que piensas, lo que está mal en la relación, lo que la daña, lo que hace sufrir.

3 – Preguntar a los padres si hay alguna razón para ese desprecio, para esa falta de cariño, para esa forma de actuar. Intentar que los padres se den cuenta de lo que el hijo o hija siente.
Pero si tu padre no te escucha, si no está dispuesto a admitir lo que ha hecho o a entender cómo te sientes entonces debes…
Abandonar por un tiempo ese lazo sentimental dañino. 
Lo siento.
No te queda otra opción

Ellos no van a cambiar. 
Pero tú puedes cambiar tu forma de relacionarte con ellos. 
Puedes limitar el contacto y las llamadas. Puedes crear un escudo psíquico
Para crear un escudo psiquico  recurre al uso de la visualización. Imagina a tu alrededor  una figura ovalada o esférica de un color que te tranquilice
 Es decir, rodeáte de una armadura, un espacio mental de seguridad. 

Después repítete como un mantra : “Toda energía  negativa que se acerca a este campo es inmediatamente transmutada en alegría”. Durante el día debes visualizar el escudo y repetirte el mantra cada vez que tenas oportunidad .  Después, cada vez que tengas contacto con tu padre o madre, simplemente visualiza el escudo. Escucha lo que te dicen, pero no te lo creas. No lo integres en tu sistema, no dejes que te afecte. Sé que suena duro al principio, pero es bastante fácil de ejercitar con práctica.

Lo que ellos digan deja de tener poder sobre ti. 

​También debes aprender a poner límites. No cedas a chantajes absurdos, no permitas que te manipulen, insulten, ridiculicen, degraden, controlen, sobreprotejan, traten como a un menor de edad o griten. Cuando eso suceda, dí simplemente: "No voy a tolerar esto porque soy adulto", y vete. La primera vez puede que te resulte dificil hacerlo. Después ya no será tan dificil .No es cuestión de odiar a tus padres. El odio es un vínculo tóxico y adictivo. Es más bien ejercitarte en la indiferencia zen. Que no te afecte. Ver todo con calma y desapasionamiento. Saber mantener una distancia de seguridad. 


Probablemente cuando empieces a distanciarte, se redoblen los ataques, en un intento despesperado por hacerte reaccionar,  pero con el tiempo cesarán. Nadie ataca cien veces a una fortaleza que sabe invulnerable.  Y dos no pelean si uno no quiere.

 Lo supremo en el arte de la guerra consiste en someter al enemigo sin darle batalla, decía Sun Tzu,

Y decía más:  "Si conoces a los demás y te conoces a ti mismo, ni en cien batallas correrás peligro; si no conoces a los demás, pero te conoces a ti mismo, perderás una batalla y ganarás otra; si no conoces a los demás ni te conoces a ti mismo, correrás peligro en cada batalla"

Pom limites. No permitas la manipulación, la intrusión, el chantaje sentimentallas amenazaslas lágrimaslas culpabilizaciones. Npermitas estocorta la comunicacióncuelga la llamada o levántate y vete.
No discutas
 Recuerda: 
que la victoria máxima consiste en vencer al enemigo sin presentar batalla.Recuerda también 
que tus padres son tus padres y que no tienes por qué odiarles:
Establecer  límites y reclamar respeto no es " odiar a tus padres" o "traicionarles" o " ser un mal hijo", es comportarse como un adulto consciente y seguro de  mismo.    
Si te mantienes firme en tu posturapoco a poco los ataques cesarán.
Repito: Nadie ataca a una fortaleza que sabe invulnerable. 
Si quieres más información, lee mi libro TU CORAZON NO ESTÁ BIEN DE LA CABEZA

EDITORIAL PAIDOS
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